jueves, 31 de mayo de 2007

PROHIBIDO PREGUNTAR

En nombre de mis hijos
Si tuviera que identificar el primer momento de mi niñez, creo que lo haría jugando fútbol en un espacio inmenso llamado "corral", con una pelota desinflada con mis cuatro hermanos mayores. Con una facha de niña de barrio descuidada: Los pelos rizados cubriendo mi cara trigueña, sucia de tierra, los mocos irreverentes limpiados a manazos, los pies descalzos inmunes al dolor que significaba de vez en cuando patear piedras en lugar del balón...
¡Qué tiempos aquellos! donde todo era juego y alegría, interrumpida a veces por las peleas paternales...
- Otra vez borracho, sin pantalón ni zapatos...los rateros han hecho su agosto contigo...tú emborrachándote y tus hijos sin comer...eres un desgraciado.
Las quejas de mi madre parecían libretos que se repetían dos o tres veces por semana (las mismas en que mi padre se tomaba hasta el agua del florero)
- Abusas que no te bote por mis hijos...ellos no merecen vivir sin padre...
Claro, teníamos "derecho" a vivir con padre, pero con el "deber" de soportar el cruce de insultos, que muchas veces terminaban en largos silencios... y que nueve meses después se interrumpían con el llanto de un nuevo hermanito.
Eran esas épocas en que un jalón de mechas respondía a mi pregunta "¿Porqué te crece la barriga mamá?", o sentirme en la Luna cuando alguna vecina me decía que mi madre "estaba en cinta" (me ruborizo recordar que no entendía a qué cintas se referían).
Ingenuidad a raudales, tiempos en que estaba "prohibido preguntar" sobre algunas cosas que me mataban de curiosidad...como esas correrías de mi padre que mandaba a llamar a mi tía Delia, con Orlando o Camilo, mis hermanos mayores, porque "mi mamá se había enfermado"...no entendía porqué nos mandaban a nuestro cuarto, qué cuchicheaban...un día quise averiguarlo y casi me muero de la impresión, tenía cinco años cuando vi tirada en la cama a mamá, con las piernas abiertas y pujando...contenía mi llanto, porque creía que se estaba muriendo, cuando de pronto ví que aparecía la cabeza de un bebe, lleno de excremento y sangre, unido por una tripa a mamá...di tal grito, que mi papá me descubrió y me empujo furioso, pero yo quería abalanzarme sobre mi tía que tenía unas tijeras en la mano...llorando le decía que no quería que matara a mi mamá...pateaba a mi papá...le decía "malo, malo...quieres matar a mi mamá"...
No sé cómo llegué al cuarto que compartíamos con mis hermanos, ellos trataban de calmarme.
-Brujita, eso te pasa por chismosa...qué tenías que hacer allí...?
Yo seguía llorando, no entendía nada, sólo que aumentaba la familia...ya no éramos cuatro, ya éramos cinco, después seis, siete, ocho, nueve hermanos...los mismos que crecimos con el "privilegio" de tener a papá y mamá juntos, pero el sacrificio de verlos pelear casi siempre...contradicciones de familia.